viernes, 22 de septiembre de 2017

INFELIZ CUMPLEAÑOS


Este mes de septiembre se han cumplido tres años desde que Diego Ortega vendió a la multinacional Aqualia un 52% de Aguas de Alcázar. La empresa, que era municipal hasta entonces, era un ejemplo de gestión y un modelo alabado por todos los que tenían algo que decir sobre el tema. Pero Ortega (y Montealegre, no nos olvidemos de él) prefirió hacer caja, sacar dinero. Para ello, no dudó en desatender lo que pedía la movilización ciudadana más importante que se ha producido en Alcázar. Lo pagó en las urnas: perdió un concejal y la alcaldía.
Rosa Melchor alcanzó la alcaldía con la promesa de recuperar la empresa para el municipio en este mandato. Tampoco ella ha querido contar con la opinión de nadie, considerando que el éxito solo tenía que ser de ella, que nadie podía colaborar para que no le quitaran el mérito de la acción. Pero ese desconfiar de todos la ha llevado a conducir el proceso hacia el callejón sin salida en el que se encuentra hoy. Aqualia sigue en la empresa y hay pocas (poquísimas) posibilidades de que se cumpla lo prometido y se recupere la empresa. Las urnas ya están a la vuelta de la esquina.
Aqualia se frota las manos. Rosa Melchor les decía en septiembre de 2014 que no se acomodaran mucho porque se iban a tener que ir pronto, pero ahí están. Ella no ha podido o no ha querido o no le han dejado echarlos. Aqualia sigue ganando dinero en Alcázar, seguramente más de 3.000 euros cada día. Alcázar es cada vez más pobre y los accionistas de Aqualia cada vez más ricos. Es verdad que los abonados no notan nada todavía. No se han atrevido a forzar una subida de tarifas porque aún queda algo de contestación en la sociedad. En cuanto desapareciera esta pequeña contestación, todos nos enteraríamos de lo que vale el agua cuando la gestiona Aqualia. Al tiempo…
¿Qué hacer? ¿Debemos ahora llorar sobre la leche derramada? ¿Debemos reprocharnos unos a otros lo que hicimos mal o lo que no hicimos? Eso solo agrandaría la sonrisa de Aqualia y aumentaría su beneficio. Si de verdad queremos avanzar en este asunto, si no queremos que siga Aqualia porque así nos lo dictan nuestros jefes, si queremos cumplir con nuestros compromisos, cada cual con los suyos, entonces se esperan de todos nosotros nuevas actitudes.
En primer lugar, no tenemos que permitir que el asunto se olvide. Si olvidamos, gana Aqualia. Ellos no se van a olvidar nunca de sacar el mayor beneficio de su presencia aquí, a costa del servicio y a costa de aumentos de tarifas. No hay que dejar que el polvo caiga sobre este tema, tiene que ser un asunto prioritario.
En segundo lugar, hay que dejar de lado los recelos y los reproches. Los que queremos la remunicipalización tenemos que escucharnos todos a todos y hablar sin esconder nada. No vale buscar el éxito propio en la ocultación del colaborador. Todos trabajamos juntos.
Además, tenemos que tener valentía y ganas de hacer lo necesario. Si se quiere echar a Aqualia, se puede. O se podrá. Hay mecanismos en el propio contrato. Hay que vigilar cada incumplimiento y sancionarlo. Hay que hacer que se sientan incómodos. Y hay que atreverse a tomar decisiones.
A lo mejor se trata simplemente de ejecutar una sentencia judicial, de hacer lo que nos manda esa sentencia, sin preguntar a nadie que dependa de los intereses de los partidos, que tanto le deben a FCC-Aqualia.

Por la Plataforma contra la privatización de Aguas de Alcázar, Fernando Ruiz de Osma, portavoz.

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